La mira a los ojos. Y mil palabras recorren esa mirada.
Silenciosas, alegres, románticas, enamoradas. Palabras ocultas, palabras que se
persiguen, palabras que empujan para salir como un río subterráneo, como el eco
lejano de un valle apenas descubierto, como el escalador que ha llegado con
fatiga hasta la cima de una montaña y desde allí, él solo, le grita al viento,
a las nubes que lo rodean, toda su felicidad.
viernes, 5 de julio de 2013
Mirada.- Perdona si te llamo amor, Federico Moccia
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