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domingo, 9 de noviembre de 2014

Cruce de tres vidas

Quizás no fuese el momento, ni las ganas, ni, tal vez, la solución… Tras las largas esperas, las sonrisas a medias, el pintauñas deshecho, los largos tragos; no era el momento, no había ganas, no era la solución…

Ninguno de los presentes dijo nada, todos asistieron al funeral de sentimientos, al entierro de esperanzas. Ninguno fue capaz de mirar a los ojos a su compañero de enfrente. Uno tragó el humo de su cigarro que empezaba a quemarle los dedos; otro simplemente se apartó el pelo de los ojos. Un tercero chasqueó la lengua.

Todos tenían la mirada vacía, una mirada cargada de dudas, de culpabilidad. Pero  ninguno de los presentes dijo nada. No era el momento, ni las ganas, ni, tal vez, la solución…
El momento ya había sido, ya había estado allí, y ninguno había estado presente. Las ganas se las había llevado el momento con su visita. Y la solución estaba por llegar, pero tampoco estarían presentes.

Uno de ellos decidió salir por la puerta; una puerta que nunca más se volvería a abrir. Aun así, de vez en cuando, por el hueco de la cerradura entraban pequeños destellos del pasado.
Otro de ellos, escapó por la ventana; una ventana que siempre estaría abierta, que alimentaría las esperanzas futuras del único individuo que se quedó en la sala, presente.

Este, sentado en una silla de mimbre, esperó algo que nunca llegó. Y en el último suspiro, se dio cuenta; El momento siempre había estado mirándole desde el espejo, desafiante aunque silencioso; diciéndole “eres tú el que ahí sentado, está dejando escapar el momento”.

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