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lunes, 17 de noviembre de 2014

Billete para Madrid

La soledad que reinaba ese día en la terminal no era comparable con la que sentía yo por dentro. Tenía tanto que contarte y a la vez tanto que callar que no sabía si lo que estaba haciendo era lo adecuado. “El avión con destino a Madrid saldrá dentro de 20 minutos”, la voz de los altavoces me hizo aterrizar de nuevo en la Tierra. Compré el billete y me decidí a embarcar.
Las 6 horas más larga de mi vida… Pensé en los momentos que habíamos pasado juntos, en los que habíamos pasado separados, en las discusiones, en las sonrisas que habíamos compartido… Me estaba volviendo loco en ese estrecho asiento.


El aterrizaje fue normal y a la salida a la terminal de Madrid la vi… Era a la única que había echado de menos en estos años… Era mi Lady Madrid… Lo había dejado todo atrás por volver a recuperarla, habría nacido de nuevo por volver a aquel instante en el que la conocí, daría mi vida por ver un segundo más su sonrisa…

Cuando Ella sonríe, se apagan las luces que iluminan las calles con tanta admiración que 

enmudece el aire. No se da cuenta que su caminar produce danzas que ni los más 

inspirados bailarines de París. Cuando pestañea, las mariposas la envidian por su bello 

aleteo de parpados.

Ella, cuando habla, ni la canción más dulce, ni el rock más duro, pueden igualar su textura 


carisma. Cuando suspira, el mar enmudece para dejar paso a un sonido tan puro como el 

de sus olas rotas.

Ella, no se da cuenta, pero su sonrisa la tengo tatuada en el interior de mis parpados, su 

tacto es mi crema y el sonido de su risa es la melodía de mi vida.

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